Los grupos delictivos fabrican y venden un amplio abanico de productos y fármacos ilegales, poniendo en peligro a los consumidores.
Juguetes, alimentos, piezas de motor …
Ningún producto está al abrigo de ser falsificado, alterado o adulterado. Medicamentos, alcohol, dispositivos electrónicos y material de construcción también son blanco de estas prácticas.
El efecto se deja sentir en toda la sociedad en su conjunto. La falsificación daña a los negocios que fabrican y venden productos legítimos. Los gobiernos pierden ingresos fiscales de los productos fabricados o vendidos en el mercado negro. Los consumidores corren peligro al utilizar estos productos que no cumplen los requisitos mínimos de calidad y, a menudo, son peligrosos.