Hoy en día, el mundo está más conectado digitalmente que nunca. Los delincuentes se están aprovechando de esta transformación en línea para atacar, a través de sus puntos débiles, las redes, infraestructuras y sistemas informáticos. Esto tiene una enorme repercusión económica y social en todo el mundo, tanto para los gobiernos, como para las empresas o los particulares.
El phishing, el ransomware y las violaciones de la seguridad de los datos son solo algunos ejemplos de las actuales ciberamenazas, eso sin contar que continuamente están surgiendo nuevos tipos de ciberdelitos. Los ciberdelincuentes son cada vez más ágiles y están mejor organizados, como demuestra la velocidad con que explotan las nuevas tecnologías, y el modo en que adaptan sus ataques y cooperan entre sí de forma novedosa.
Los ciberdelitos no conocen fronteras. Los delincuentes, las víctimas y las infraestructuras técnicas están dispersos por múltiples jurisdicciones, lo que resulta muy problemático a la hora de realizar una investigación o emprender acciones judiciales.
Por ello es fundamental la colaboración entre los socios del sector público y el privado. Por su alcance mundial, INTERPOL desempeña un papel decisivo tanto en lo que atañe a la creación de alianzas multisectoriales, como a posibilitar la cooperación de las fuerzas del orden a escala internacional.
En INTERPOL coordinamos operaciones policiales y ofrecemos plataformas protegidas para el intercambio de información, además de realizar análisis e impartir formación, con miras a reducir las ciberamenazas. Al incrementar la capacidad de nuestros países miembros para prevenir, detectar, investigar y combatir la ciberdelincuencia, ayudamos a proteger a las comunidades para conseguir un mundo más seguro.