Repercusiones de la COVID-19 en el tráfico de migrantes y la trata de personas

11 de junio de 2020
Un informe de INTERPOL detalla los efectos a corto y a largo plazo de la pandemia en todo el mundo

LYON (Francia) – La COVID-19 y las medidas que los países están adoptando para controlar su expansión están afectando a la delincuencia a escala mundial, y también al tráfico de migrantes y la trata de personas.

Si bien algunas de las medidas preventivas han logrado obstaculizar la comisión de algunos delitos a corto plazo, los traficantes de personas, así como sus víctimas, han encontrado distintas maneras de salvar los obstáculos.

El tráfico de migrantes y la trata de personas se ven especialmente influidos por factores geopolíticos y socioeconómicos, que varían ampliamente de una región a otra y condicionan la manera en la que los grupos vulnerables se ven empujados a migrar.

La pandemia de COVID-19 influye y seguirá influyendo en estos factores a escala mundial. Sus consecuencias económicas repercutirán grandemente en el deseo y la capacidad de migrar de las personas, lo que supondrá un incentivo para los delincuentes al ofrecérseles mayores oportunidades de lucro con la migración irregular, actividad que se espera irá en aumento.

Víctimas vulnerables

Un informe de INTERPOL, destinado exclusivamente a las fuerzas del orden, presenta las repercusiones a corto, medio y largo plazo en el tráfico de migrantes y la trata de personas a escala mundial.

“La pandemia de COVID-19 no ha hecho mella en la determinación de los grupos de delincuencia organizada de aprovechar la situación de personas vulnerables para lucrarse con estos delitos, que demasiado a menudo cuestan la vida a las víctimas”, declaró Jürgen Stock, el Secretario General de INTERPOL.

“Observamos que los traficantes de personas mienten para persuadir a unas personas desesperadas de que han de recurrir a sus servicios, con un coste económico y un riesgo más elevados a causa de las mayores dificultades para viajar por las restricciones impuestas a los desplazamientos”.

“Resulta esencial que las fuerzas del orden sigan cooperando y comunicando a escala internacional para que podamos mantener nuestra labor indispensable de proteger a niños, mujeres y hombres desesperados y evitar que acaben siendo víctimas de la esclavitud”, concluyó el jefe de INTERPOL.

A modo de ejemplo, cabe señalar que a finales de marzo se hallaron los cadáveres de 64 hombres, migrantes probablemente fallecidos por asfixia, en el interior de un contenedor situado en la parte trasera de un camión. El vehículo se disponía a cruzar la frontera de Malaui a Mozambique. Dentro del contenedor había 14 supervivientes, que fueron rescatados y llevados a un hospital.

El cese casi total de los desplazamientos internacionales en marzo y abril supuso un paro absoluto del tráfico de migrantes por avión, en particular en vuelos intercontinentales. Las restricciones en el sector marítimo han repercutido también a corto plazo en las rutas de tráfico por mar, como las que cruzan el Mediterráneo desde el Norte de África hacia Europa.

Condiciones peligrosas

A pesar de este bajón de actividad, el tráfico de migrantes por tierra y por mar prosigue en todo el mundo, y en condiciones aún más peligrosas. Los traficantes vigilan las fronteras para eludir los controles y mantienen las principales rutas terrestres, como la que va de Centroamérica a Norteamérica o la que une el Cuerno de África con Sudáfrica.

Europa y América del Norte, donde se encuentran los principales países de destino de la migración irregular y del tráfico de migrantes, forman parte de las zonas del mundo más afectadas por el brote de COVID-19. La información disponible apunta claramente a que los migrantes no han desistido de sus intentos por alcanzar estos lugares a pesar del riesgo de contagio.

En general, las medidas de cierre de fronteras y de confinamiento han dejado a los migrantes temporalmente atascados en el camino, pero a la vez han brindado nuevas oportunidades a los traficantes dispuestos a asumir más riesgos para obtener más beneficios.

Dado que el tráfico de personas es una actividad clandestina, los efectos de la pandemia de COVID-19 en ella son difíciles de evaluar con certeza. Es muy probable que la crisis sanitaria mundial y las consecuencias económicas que de ella se derivan no hagan más que aumentar la cantidad de personas en situación de riesgo y la probabilidad de que sean engañadas, convertidas en víctimas de la explotación, y en última instancia y a medio plazo, en víctimas de la trata de personas.

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Las Américas y el Caribe

En varios países de América Central se ha constatado un descenso abrupto de la cantidad de migrantes descubiertos en situación irregular. Un país pasó de detectar a unos 150 migrantes al día a ninguno en la última semana de marzo.

Es probable que los migrantes que han quedado atascados en América Central y del Sur se junten en países de América Central, como Guatemala, donde los grupos de delincuencia organizada implicados en el tráfico de personas siguen respondiendo a la demanda de los migrantes de ir hacia el norte.

  • A pesar del cierre de las fronteras en los países de destino, prosigue la trata de personas en la región.
  • Las fuerzas del orden deben estar preparadas para un fuerte aumento de esta actividad una vez se hayan levantado las restricciones.

África

La mayor parte de los países africanos han aplicado algunas restricciones para el paso por sus fronteras con el objetivo de prevenir la propagación de la COVID-19. No obstante, en determinadas regiones estas medidas no han bastado para disuadir a los traficantes ni a los migrantes. Sigue habiendo señales de actividad por la ruta terrestre del Cuerno de África hasta Sudáfrica, donde en algunos casos los migrantes han llegado a perder la vida por eludir los controles.

Siguen llegando migrantes a los centros neurálgicos del tráfico de personas de la región del Sahel y, con el deterioro de las condiciones humanitarias en Libia debido al conflicto que vive este país, se sabe casi con certeza que, a pesar de la pandemia, proseguirán los intentos de migrar hacia Europa.

Es probable que, ante el acceso cada vez más difícil a los lugares a los que desean llegar los migrantes, las redes de tráfico busquen nuevas maneras de llegar hasta allí y aumenten los precios que cobran a cambio de sus “servicios”.

  • Se seguirán buscando rutas marítimas alternativas, que pueden ser más peligrosas.
  • La intensificación de la actividad de las milicias en Libia puede dar lugar a un incremento del tráfico de migrantes.
  • Se espera que aumente la demanda y el precio de estas actividades, debido a la mayor dificultad para llegar a los países de destino.

Asia y Próximo Oriente

El tráfico de migrantes por las rutas que se dirigen hacia el oeste del Sureste Asiático, y más concretamente a África, Sudamérica, Europa y los países del Golfo Pérsico, se realiza principalmente por avión. Por ello, el uso de esas rutas ha quedado interrumpido en gran parte.

En la región del Sureste Asiático, los casos de tráfico de refugiados rohinyá de Bangladesh a Malasia por mar se triplicaron entre marzo y abril de 2020. Probablemente, la causa de este repentino incremento haya sido el miedo al contagio de la COVID-19 en los campos de refugiados, atizado por los traficantes de migrantes para fomentar la demanda de sus servicios.

Casi el total de los 23 millones de migrantes que se calcula trabajan en los países del Golfo Pérsico lo hacen en sectores que muy probablemente se verán afectados de forma desproporcionada por las consecuencias económicas de la COVID-19.

Es probable que una nueva oleada de migración irregular procedente de Asia y el Próximo Oriente llegue a Europa a medio plazo, cuando se noten plenamente los efectos de la crisis económica provocada por la pandemia.

  • Grandes repercusiones en los trabajadores migrantes, con las oportunidades que ello ofrece a las redes delictivas.
  • La reducción del empleo en la región puede entrañar más movimientos hacia Europa.

Europa

Al igual que en otras regiones del mundo, las restricciones aplicadas a los desplazamientos dentro de Europa para prevenir la propagación de la COVID-19 han repercutido grandemente en los flujos migratorios por tierra, mar y aire, que han experimentado una fuerte disminución a corto plazo.

El número de migrantes en situación irregular descubiertos intentando cruzar todas las fronteras exteriores de Europa para entrar en el continente se redujo en un 85 % entre marzo y abril de 2020.

Ahora los traficantes utilizan embarcaciones más pequeñas para cruzar las fronteras marítimas, como el Canal de la Mancha, y ocultan a los migrantes en compartimentos de camiones y trenes de carga, en condiciones muy peligrosas, para pasar las fronteras terrestres.

Los migrantes que salen principalmente del Sáhara Occidental han seguido llegando a las Islas Canarias (España) en cayucos por la peligrosa ruta del Atlántico.

Mientras sigan vigentes las restricciones para viajar y las autoridades sigan movilizadas para hacerlas cumplir, es probable que el número de migrantes en situación irregular que logren llegar a Europa, en particular por las rutas terrestres y marítimas del este y del oeste, siga siendo bajo.

  • Las rutas marítimas serán las más utilizadas a corto plazo.
  • Las fuerzas del orden deben estar preparadas para la posible llegada masiva de nuevos migrantes cuando empiecen a levantarse las medidas restrictivas.

Trata de personas

La trata de personas, ya sea con fines de explotación sexual o laboral, es de por sí difícil de detectar en épocas “normales”. La pandemia por el nuevo coronavirus ha tenido por efecto ocultar aún más la trata de personas, lo que dificulta la detección y el rescate de sus víctimas.

  • Las restricciones aplicadas para combatir la pandemia podrían repercutir negativamente en el mercado legal de servicios sexuales, incluidos los servicios en línea.
  • Es probable que, debido a las consecuencias económicas que está teniendo la pandemia, aumente el número de posibles víctimas.