BALI (Indonesia) – La falta de intercambio a escala internacional de datos biométricos de terroristas está creando un peligroso vacío de seguridad que puede ser aprovechado por los combatientes terroristas extranjeros que regresen a sus países de origen.
Se estima que al menos 15 000 combatientes aún se encuentran en las zonas de conflicto. De estos, se desconoce cuántos podrían regresar a su lugar de origen para participar en actividades de radicalización o en operaciones de células encubiertas. De ahí que la Asamblea General de INTERPOL haya insistido en la urgente necesidad de combatir esta amenaza.
La abundante proliferación de alias, la complejidad que plantean los documentos de viaje falsos, las tácticas de engaño consistentes en declarar falsamente la muerte de personas en las zonas de conflicto, e incluso cuestiones básicas relacionadas con la transliteración de la información, representan retos cada vez mayores para los funcionarios de las fuerzas del orden que trabajan sobre el terreno.
La disponibilidad de información en los puestos de primera línea, accesible a través de INTERPOL, debería posibilitar una actuación oportuna y eficaz para identificar debidamente a los sospechosos y, lo que es igualmente importante, exonerar a personas inocentes y reducir al mínimo la interrupción del flujo legítimo de viajeros.
El papel de la información biométrica relacionada con los identificadores únicos, como las huellas dactilares y los perfiles de ADN, es decisivo en este contexto. Aunque en estos momentos INTERPOL posee información sobre cerca de 9 000 combatientes terroristas extranjeros, incluida la procedente de las zonas de conflicto, los archivos que cuentan con datos biométricos o fotografías de alta resolución susceptibles de ser utilizadas en el reconocimiento facial representan menos del 10%.
“A pesar de que el intercambio de información por conducto de INTERPOL ha permitido que los organismos nacionales encargados de la aplicación de la ley impidan los desplazamientos de numerosos terroristas y aspirantes a combatientes terroristas extranjeros, la falta de datos biométricos sigue siendo un eslabón débil”, declaró Jürgen Stock, Secretario General de INTERPOL.
“No proporcionar a los agentes de primera línea la información que necesitan para lograr identificar a los terroristas que regresan de las zonas de conflicto los obliga a trabajar en inferioridad de condiciones”.
“Los países deberían analizar más detalladamente las razones por las que no pueden o no quieren comunicar datos biométricos sobre terroristas, cuando es evidente que hacerlo aumentaría en gran medida las posibilidades de frustrar atentados potencialmente mortíferos perpetrados por los combatientes a su regreso”, concluyó el jefe de INTERPOL.
Los resultados obtenidos mediante el envío de un equipo de gestión de crisis de INTERPOL, con objeto de identificar a reclusos de una cárcel de Malí tras una operación antiterrorista, ponen de manifiesto la utilidad del aprovechamiento de los datos biométricos.
Gracias a tales datos, se detectó que uno de los reclusos, que usaba un alias, estaba siendo buscado por Argelia en relación con un atentado terrorista. Asimismo, meses después se descubrió que los datos de un segundo sospechoso, a quien también se le habían tomado las huellas dactilares en la cárcel, coincidían con los de uno de los autores del atentado de marzo de 2016 en la localidad turística costera de Grand Bassam (Côte d’Ivoire), reivindicado posteriormente por Al Qaeda en el Magreb Islámico.
Además de la Resolución 2178 (2014) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que reconoce las medidas adoptadas por INTERPOL contra la amenaza que plantean los combatientes terroristas extranjeros, otras instituciones, como la Cumbre de Seguridad Nuclear, el Consejo de Justicia y Asuntos de Interior de la Unión Europea y la Coalición Internacional contra el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), han recomendado la ampliación del acceso a las capacidades de INTERPOL y del uso de las mismas.