La delincuencia organizada transnacional y la Declaración de Viena

27 de noviembre de 2023
El secretario general de INTERPOL explica la crisis de seguridad planteada por la delincuencia organizada transnacional, que requiere una respuesta a escala mundial

Esta semana, en la reunión mundial anual de dirigentes policiales de todo el mundo que se celebrará en Viena, ya sea en corrillos en pasillos en calma o en la tribuna, todos los policías hablarán de un mismo tema: el crecimiento exponencial de la delincuencia organizada transnacional.

Lo que todos los cuerpos policiales saben, pero que el resto del mundo aún tiene que saber, es que se ha producido una epidemia de delincuencia organizada transnacional, y de tal magnitud que ahora constituye una crisis de seguridad mundial.
Tanto si al ciudadano le preocupan las bandas que se pelean en la calle, la explotación sexual de menores, los trabajos forzados o una ola de drogas que se lleva la vida de personas en su entorno, lo que realmente le preocupa es la delincuencia organizada transnacional.

Y no se equivoque: no se trata solo de problemas propios de su entorno o su país. Esta situación se produce en todo el mundo.
La pandemia de COVID aceleró unos cambios en la sociedad que devinieron agigantados, y no hay ejemplo más claro de ello que los producidos en la delincuencia organizada transnacional.

Los grupos delictivos de todo el mundo utilizan la red oscura y otras herramientas para crear un modelo de negocio nunca visto: atrás quedaron los días de la ley del silencio imperante en grupos muy estrechamente unidos; los grupos delictivos de hoy ni siquiera saben con quién están trabajando y con quién establecen conexiones anónimas en línea.

Subcontratan, se asocian y juntan diferentes actividades delictivas. Amplían sus mercados a escala mundial escapando a los controles y a menudo pasando desapercibidos, y socavan al mismo tiempo el Estado de derecho y la democracia en los países afectados.

Todas estas actividades se han visto propiciadas por el uso de Internet, pero es que además estamos asistiendo al auge de la delincuencia en línea cometida en un país para explotar a personas en otro: la ciberdelincuencia como servicio por el precio de una comida para llevar. Cada segundo que pasa hay personas vulnerables que son víctimas de estafas sentimentales, fraudes y pirateos de contraseñas que les arrebatan los ahorros de toda una vida.

¿Qué puede hacer un policía local contra un delincuente que está a 11 000 kilómetros de distancia? De hecho, ¿qué puede hacer el servicio policial mejor dotado contra un delincuente que actúa bajo el anonimato en otro continente? Ningún organismo policial, ninguna agrupación regional, nadie puede hacer frente por sí solo a esta explosión de la delincuencia organizada.

Los grupos delictivos internacionales se aprovechan de las relaciones difíciles entre países, de los conflictos y del hecho de que los delincuentes ya han superado ampliamente a las fuerzas del orden en inversión tecnológica.

En un mundo escindido es todo un reto postular más unidad, pero sin un mayor intercambio de información, sin más cooperación y sin que se proporcione a todos los policías de cada comunidad las herramientas necesarias para reconocer y combatir la delincuencia organizada transnacional, ningún país del mundo podrá hacer frente a este reto por sí solo.
Es por ello por lo que hoy mismo, en la conferencia anual de INTERPOL que se celebra en el año de nuestro centenario, haremos pública la Declaración de Viena.

En ella dejaremos claro a los dirigentes mundiales -en nombre de sus policías- que, si no afrontamos esta explosión, esta segunda pandemia, esta crisis de la delincuencia organizada transnacional, como una crisis de seguridad mundial y nacional compartida por todos, ninguno de nuestros grupos de población estará a salvo.

Esta epidemia solo puede ser atajada mediante una actuación mundial urgente y coordinada, una mayor cooperación entre países y regiones, y una inversión en la puesta en común de tecnologías. Ante la peligrosa situación en la que se halla la seguridad mundial, es urgente unir a todo el planeta.

El mundo se enfrenta a muchos retos: cambio climático, tensiones geopolíticas y conflictos regionales. Los líderes pueden sentirse tentados de esperar que otros encuentren la solución, pero será en vano. Únicamente podremos hacer frente a esta explosión de delincuencia organizada transnacional poniéndonos todos a la obra.

El primer deber de un Estado es mantener a salvo a su población. Si no nos unimos para afrontar esta amenaza, y para afrontarla ahora, la situación se saldrá de las manos de las fuerzas del orden y los organismos de seguridad de todo el mundo.